
Miguel: Cuando hace medio siglo el psiquiatra alemán Fritz Perls creó la terapia
Gestalt, planteó que el individuo tiene que hacerse responsable de su crecimiento
personal, y que además debería reconocer su capacidad para sanarse a sí mismo. A
partir de su experiencia con los maestros Perls primero y Osho después, ¿piensa que
existe una manera de verificar, de comprobar cuándo se está ante una falsa propuesta de
espiritualidad?
-Todo buscador espiritual, o alguien en estado de insatisfacción, está tratando de llegar a
algo que no sabe qué es, ni sabe dónde está. Tampoco sabe bien de qué quiere
despegarse, porque siente que esta realidad no lo ayuda. ¿Tiene modo de darse cuenta o
de discernir cuándo le están vendiendo un paquete en el mercado? En el enfoque
gestáltico decimos que hay situaciones tóxicas y situaciones nutritivas. Es un principio
que hay que respetar. Si te pones en contacto con un libro, con un grupo, con una
meditación, con cualquier situación que te toque, y te nutre, te hace sentir más lleno,
más cerca de ti, más contento, que te haga sentir más vivo que media hora antes, esta
puede ser una buena posibilidad para decir: "acá puedo encontrar algo". Claro: esa
persona está en una búsqueda incierta, es algo angustioso, como de miedo a dar pasitos
para vivir. Al principio, en el trabajo espiritual, la cosa tiene que ser muy divertida.
- ¿Pero en el momento de tratar de hacerlo, a la hora de zambullirse en el mar espiritual,
qué precauciones deberían tomarse para que la diversión no se convierta en naufragio?
-Hay muchos guías en estos momentos, cada vez más, hay de todo. Pero el camino lo
hace cada cual. Si te tocó un maestro chanta, tal vez haya sido para que veas tus propias
chantadas, o la "nada" de tu búsqueda. Si te toca uno que te agarra del cuello, de los
ovarios, de los genitales, y te dice "ven dame todo el dinero, deja a tu familia”, ése te
dejará ahí temblando un rato, entonces te despertarás un poco. Si no te tocó eso, te
puede pisar un colectivo, o te va a agarrar un terapeuta que te hará perder el tiempo
durante dos años. Pero no contribuyamos a crear la imagen de una conspiración de
gurúes maléficos y acechantes. Repito: hay de todo. A mí nunca me interesó crear un
Centro de Osho. Y como terapeuta nunca me tocó encontrar un paciente desequilibrado,
desestructurado o esquizofrénico porque un "maestro espiritual" le sacó el alma.
-Sigamos con la metáfora de la inmersión: ¿qué referentes tiene el buscador espiritual
para no ahogarse en un mar de espejismos?
-Creo que al principio uno se da cuenta si lo que le están dando es algo bueno para su
existencia o si es algo tóxico. Uno siente que puede ser más "acuoso", más dúctil, que
puede respirar un poco más, que puede acercarse un poco más a sí mismo, a algo que
hay en su propio sentimiento, algo que hay en sus emociones. Que por dentro de ti algo
se acomoda un poquito, se relaja, se abre, empiezas a amigarte un poquito con vos, lo
mismo con alguien que está cerca...y eso te está sirviendo. Es lo primero. Pero no puede
quedar en eso. Entonces dices: si tu búsqueda empieza a funcionar, te estás posando más
sobre tus propios pies, puedes caminar un poco. Luego necesitas una pequeña
disciplina, eso es ser un discípulo: tener una disciplina. Y empiezas a escoger, y
practicas más. Al comienzo es una investigación, una curiosidad esencial. Un sentirme
yo responsable de la vida que llevo. Ahora bien, si por el contrario, te sientes más
culpable, más intoxicado, más amargado, recriminándote más cosas, sientes que debes
dejar a la novia que te gusta, y que te exigen que la abandones porque la búsqueda "hay
que hacerla solo", o que rechaces a tus padres: para mí eso significa que lo que estás
haciendo no te está sirviendo. Lo principal que debe hacer un maestro genuino es
ayudarte a fortalecerte, para que puedas sentirte parado sobre tu propio esqueleto y
moverte.
- ¿Después de tres décadas de experiencia personal, ¿cómo ves la cuestión del “cuco de
la dependencia” que se le presenta a mucha gente cuando elige un maestro?
-Ese es un cuco que arrastramos desde hace mucho tiempo en las terapias. Ese mismo
cuco que transportamos a estos caminos espirituales de gran oferta y demanda, y de
espiritualidad envasada que andan dando vueltas. La espiritualidad no tiene que ser muy
cara, tiene que ser un movimiento de sentido común. Porque es para todo, no apenas
para el espíritu. Para mí tiene que ser algo accesible, que me nutra, y que me haga sentir
más viva.
-No quisiera dar por sentado que todo el mundo está familiarizado con la terapia
Gestalt, en especial con la dinámica del "darse cuenta"...
-La Gestalt es un enfoque de vida dentro de la clínica terapéutica. Dentro de ese
enfoque, los lineamientos fundamentales son la importancia del presente, la capacidad
del ser humano, el desarrollar su "darse cuenta", el compromiso con la vida en el
sentido de ir encontrando la responsabilidad de vivir, el privilegio de los sentimientos a
nivel del corazón empalmado con el privilegio de la razón, las interpretaciones, los
enjuiciamientos de los cuales partimos, los tabúes, los prejuicios.
- ¿Hasta qué punto fue crucial para su grupo la obra pedagógica de Fritz Perls?
-Partimos de la mano de un Perls que meditaba, que estaba en este mismo
cuestionamiento: quiénes son los maestros reales, quiénes son los chantas, quiénes son
los que tienen un mambo moral en la cabeza, que de alguna manera lo disfrazan con ser
"maestros espirituales", como una especie de nueva moralidad encubierta. Él estaba en
el mundo como para también poner en evidencia todo eso. Preguntaba: ¿qué quiere
decir estar enfermo y estar sano? Y todo llevaba al camino espiritual. Las dos búsquedas
están entrelazadas, es difícil separarlo.
-Entonces queda claro que una cosa es la herramienta para el trabajo terapéutico (el
recurso) y otra lo que es el desarrollo individual (el camino). ¿Qué siente ante un
maestro?
-Ahí cambia todo. El salto es el que hace la persona, no es lo que te da desde afuera el
maestro. Ahí se produce un salto. En la medida que tuve el privilegio enorme de ir por
primera vez a India con mi maestra de Gestalt (la "Nana" Adriana Schnake), es que ya
practicábamos las meditaciones de Osho. Fuimos juntas a su "ashram" y nos
convertimos juntas en sus discípulas. Osho es un misterio para mí. Cuando entras en el
espacio de "ser discípulo", cambia todo. Y en cada una de las etapas fue aportando, de
acuerdo a lo que iba entendiendo, que iba sirviendo para que su enseñanza fuera cada
vez más clara. Pero su enseñanza es siempre la misma, lo que dice es tan simple... No
había modo de resistirlo. Eso pasa con los maestros verdaderos: tienen un campo en el
que se están moviendo y al que entras como un pajarito inocente. Tiene una radiación
diferente al campo convencional de los vínculos del mundo, entras en otro espacio.
-Hay otra dimensión en este marco. Están los maestros de afuera y el maestro de
adentro. ¿Cómo se armoniza el itinerario?
-Uno primero se encuentra con el maestro de afuera. Con él vas resonando. Vas
haciendo tu "pulido". Para llegar a tu pensamiento brillante tienes que pulirte. Y es
pulido y limpieza de tu corazón, para tu propia construcción real. Yo creo que para ello
uno debe encontrarse con su maestro. Para el desarrollo del camino de la disciplina: que
es la entrega. Esa entrega es el salto cuántico, es la diferencia entre pararse en la puerta
de la casa y entrar a la casa. Pero uno no se entrega a "otro", se entrega a "uno mismo".
Y ahí es donde encuentras tu propia maestría. Antes de irse, durante sus últimos cinco
años, Osho nos decía: "Mira, saluda al Buda que hay en ti. Todos los días mírate al
espejo, dale la bienvenida al buda que hay en ti. Saluda al que aparece enfrente y dile:
saludo al buda que hay en ti. No te olvides de lo que eres. Eres un buda. Y donde vean
que haya un maestro vivo, vayan y escúchenlo. Tomen sus enseñanzas. Y si es
necesario, y si pueden, se quedan allí y lo ayudan".
- ¿A qué se deben las confusiones y paranoias que existen en el mercado espiritual?
-Peligros hay en todas las facetas de la vida. Hay gente que tiene miedo de emprender
una búsqueda espiritual, pero tiene miedo también a emprender la vida. Las raíces van
dándote más jugo, entonces hay más raíces, más hojas, más flores, más frutos. Pero de
todas maneras, la tarea es que encuentres tu propio maestro. Todos somos maestros.
Todos tenemos algo que enseñar. Todos tenemos algo para dar, que es el ser. Y dar,
desde el corazón pulido y desde un pensamiento de luz. Pero sepámoslo también: hay
maestros que tienen enseñanzas y maestros que no tienen enseñanzas. Otros tienen
enseñanzas y no están iluminados. Y hay otros que están iluminados, y no son ni
maestros ni tienen enseñanza. Pero claro, en el mercado todo se confunde a veces. Sólo
es un maestro quien tiene algo para enseñar. Y el maestro espiritual es alguien que ha
pulido su corazón. Los maestros lo que van dando es la conciencia de seguir nuestro
camino. De seguir la vida. Cada vez más vivos, más despiertos, más lúcidos, en este
increíble universo. Esos seres son un regalo del universo, para que tengamos más valor
de vivir. Para que los problemas que armamos en el trabajo o con las parejas, no nos
aplasten tontamente. Y que podamos ir más allá de estas pequeñas cosas que vivimos, y
que suelen ser nuestras grandes cosas.
-Hay personas que emprenden un camino espiritual por todas las paranoias que hay ante
los falsos maestros, pensando que, si se equivocan y caen en manos impropias, pueden
ser destruidas. ¿Existe ese peligro?
-Para entrar en una relación más real con tu maestro, tienes que desarmar mucho de lo
irreal que te va llevando hasta la puerta de ese lugar. Y dentro de ese campo puedes
sentirte destrozado en un primer momento. Porque lo que se destroza es toda la
parafernalia de criterios previos, de familia y de cultura de origen, de condicionamientos
que todos arrastramos por pertenecer a un núcleo. Todo eso va desapareciendo en la
relación con el maestro. ¿Qué es lo que hace que un maestro sea verdadero? Es lo que te
pasa cuando estás ahí. No quién es él, sino lo que te pasa a ti. Y lo que te pasa a ti, no
puede estar exento de un momento posible de ser destruido. Por eso acudes a un
maestro: sabes que vas a ser destruido. Todo lo que está demás, lo que no es tuyo,
despacito se va ir desintegrando...y esto a lo mejor es muy doloroso...pero lo cierto es
que te cambia la vida. Si puedes seguir el proceso, primero la destrucción y después la
reconstrucción desde una creatividad más propia, es apenas algo que prosigue, es
interminable.
- ¿Entonces se puede determinar si hay una espiritualidad tramposa y otra verdadera?
¿Hay pistas para el sendero?
-Si ante un maestro te sientes más colmado, síguelo. Si te sientes más vacío, déjalo.
Todo gira en torno del hambre del ser. Acércate a lo que te alimenta. Es un riesgo.
También puede venir el maestro genial, y te lo puedes perder.