01/10/2003

MIGUEL GRINBERG entrevista a GRACIELA COHEN
Nota publicada en la Revista "Salud Alternativa" - Agosto de 2003


Miguel: Cuando hace medio siglo el psiquiatra alemán Fritz Perls creó la terapia Gestalt, planteó que el individuo tiene que hacerse responsable de su crecimiento personal, y que además debería reconocer su capacidad para sanarse a sí mismo. A partir de su experiencia con los maestros Perls primero y Osho después, ¿piensa que existe una manera de verificar, de comprobar cuándo se está ante una falsa propuesta de espiritualidad?

-Todo buscador espiritual, o alguien en estado de insatisfacción, está tratando de llegar a algo que no sabe qué es, ni sabe dónde está. Tampoco sabe bien de qué quiere despegarse, porque siente que esta realidad no lo ayuda. ¿Tiene modo de darse cuenta o de discernir cuándo le están vendiendo un paquete en el mercado? En el enfoque gestáltico decimos que hay situaciones tóxicas y situaciones nutritivas. Es un principio que hay que respetar. Si te pones en contacto con un libro, con un grupo, con una meditación, con cualquier situación que te toque, y te nutre, te hace sentir más lleno, más cerca de ti, más contento, que te haga sentir más vivo que media hora antes, esta puede ser una buena posibilidad para decir: "acá puedo encontrar algo". Claro: esa persona está en una búsqueda incierta, es algo angustioso, como de miedo a dar pasitos para vivir. Al principio, en el trabajo espiritual, la cosa tiene que ser muy divertida.

- ¿Pero en el momento de tratar de hacerlo, a la hora de zambullirse en el mar espiritual, qué precauciones deberían tomarse para que la diversión no se convierta en naufragio?
-Hay muchos guías en estos momentos, cada vez más, hay de todo. Pero el camino lo hace cada cual. Si te tocó un maestro chanta, tal vez haya sido para que veas tus propias chantadas, o la "nada" de tu búsqueda. Si te toca uno que te agarra del cuello, de los ovarios, de los genitales, y te dice "ven dame todo el dinero, deja a tu familia”, ése te dejará ahí temblando un rato, entonces te despertarás un poco. Si no te tocó eso, te puede pisar un colectivo, o te va a agarrar un terapeuta que te hará perder el tiempo durante dos años. Pero no contribuyamos a crear la imagen de una conspiración de gurúes maléficos y acechantes. Repito: hay de todo. A mí nunca me interesó crear un Centro de Osho. Y como terapeuta nunca me tocó encontrar un paciente desequilibrado, desestructurado o esquizofrénico porque un "maestro espiritual" le sacó el alma.

-Sigamos con la metáfora de la inmersión: ¿qué referentes tiene el buscador espiritual para no ahogarse en un mar de espejismos?
-Creo que al principio uno se da cuenta si lo que le están dando es algo bueno para su existencia o si es algo tóxico. Uno siente que puede ser más "acuoso", más dúctil, que puede respirar un poco más, que puede acercarse un poco más a sí mismo, a algo que hay en su propio sentimiento, algo que hay en sus emociones. Que por dentro de ti algo se acomoda un poquito, se relaja, se abre, empiezas a amigarte un poquito con vos, lo mismo con alguien que está cerca...y eso te está sirviendo. Es lo primero. Pero no puede quedar en eso. Entonces dices: si tu búsqueda empieza a funcionar, te estás posando más sobre tus propios pies, puedes caminar un poco. Luego necesitas una pequeña disciplina, eso es ser un discípulo: tener una disciplina. Y empiezas a escoger, y practicas más. Al comienzo es una investigación, una curiosidad esencial. Un sentirme yo responsable de la vida que llevo. Ahora bien, si por el contrario, te sientes más culpable, más intoxicado, más amargado, recriminándote más cosas, sientes que debes dejar a la novia que te gusta, y que te exigen que la abandones porque la búsqueda "hay que hacerla solo", o que rechaces a tus padres: para mí eso significa que lo que estás haciendo no te está sirviendo. Lo principal que debe hacer un maestro genuino es ayudarte a fortalecerte, para que puedas sentirte parado sobre tu propio esqueleto y moverte.

- ¿Después de tres décadas de experiencia personal, ¿cómo ves la cuestión del “cuco de la dependencia” que se le presenta a mucha gente cuando elige un maestro? -Ese es un cuco que arrastramos desde hace mucho tiempo en las terapias. Ese mismo cuco que transportamos a estos caminos espirituales de gran oferta y demanda, y de espiritualidad envasada que andan dando vueltas. La espiritualidad no tiene que ser muy cara, tiene que ser un movimiento de sentido común. Porque es para todo, no apenas para el espíritu. Para mí tiene que ser algo accesible, que me nutra, y que me haga sentir más viva.

-No quisiera dar por sentado que todo el mundo está familiarizado con la terapia Gestalt, en especial con la dinámica del "darse cuenta"... -La Gestalt es un enfoque de vida dentro de la clínica terapéutica. Dentro de ese enfoque, los lineamientos fundamentales son la importancia del presente, la capacidad del ser humano, el desarrollar su "darse cuenta", el compromiso con la vida en el sentido de ir encontrando la responsabilidad de vivir, el privilegio de los sentimientos a nivel del corazón empalmado con el privilegio de la razón, las interpretaciones, los enjuiciamientos de los cuales partimos, los tabúes, los prejuicios.

- ¿Hasta qué punto fue crucial para su grupo la obra pedagógica de Fritz Perls? -Partimos de la mano de un Perls que meditaba, que estaba en este mismo cuestionamiento: quiénes son los maestros reales, quiénes son los chantas, quiénes son los que tienen un mambo moral en la cabeza, que de alguna manera lo disfrazan con ser "maestros espirituales", como una especie de nueva moralidad encubierta. Él estaba en el mundo como para también poner en evidencia todo eso. Preguntaba: ¿qué quiere decir estar enfermo y estar sano? Y todo llevaba al camino espiritual. Las dos búsquedas están entrelazadas, es difícil separarlo.

-Entonces queda claro que una cosa es la herramienta para el trabajo terapéutico (el recurso) y otra lo que es el desarrollo individual (el camino). ¿Qué siente ante un maestro?
-Ahí cambia todo. El salto es el que hace la persona, no es lo que te da desde afuera el maestro. Ahí se produce un salto. En la medida que tuve el privilegio enorme de ir por primera vez a India con mi maestra de Gestalt (la "Nana" Adriana Schnake), es que ya practicábamos las meditaciones de Osho. Fuimos juntas a su "ashram" y nos convertimos juntas en sus discípulas. Osho es un misterio para mí. Cuando entras en el espacio de "ser discípulo", cambia todo. Y en cada una de las etapas fue aportando, de acuerdo a lo que iba entendiendo, que iba sirviendo para que su enseñanza fuera cada vez más clara. Pero su enseñanza es siempre la misma, lo que dice es tan simple... No había modo de resistirlo. Eso pasa con los maestros verdaderos: tienen un campo en el que se están moviendo y al que entras como un pajarito inocente. Tiene una radiación diferente al campo convencional de los vínculos del mundo, entras en otro espacio. -Hay otra dimensión en este marco. Están los maestros de afuera y el maestro de adentro. ¿Cómo se armoniza el itinerario?
-Uno primero se encuentra con el maestro de afuera. Con él vas resonando. Vas haciendo tu "pulido". Para llegar a tu pensamiento brillante tienes que pulirte. Y es pulido y limpieza de tu corazón, para tu propia construcción real. Yo creo que para ello uno debe encontrarse con su maestro. Para el desarrollo del camino de la disciplina: que es la entrega. Esa entrega es el salto cuántico, es la diferencia entre pararse en la puerta de la casa y entrar a la casa. Pero uno no se entrega a "otro", se entrega a "uno mismo". Y ahí es donde encuentras tu propia maestría. Antes de irse, durante sus últimos cinco años, Osho nos decía: "Mira, saluda al Buda que hay en ti. Todos los días mírate al espejo, dale la bienvenida al buda que hay en ti. Saluda al que aparece enfrente y dile: saludo al buda que hay en ti. No te olvides de lo que eres. Eres un buda. Y donde vean que haya un maestro vivo, vayan y escúchenlo. Tomen sus enseñanzas. Y si es necesario, y si pueden, se quedan allí y lo ayudan".

- ¿A qué se deben las confusiones y paranoias que existen en el mercado espiritual? -Peligros hay en todas las facetas de la vida. Hay gente que tiene miedo de emprender una búsqueda espiritual, pero tiene miedo también a emprender la vida. Las raíces van dándote más jugo, entonces hay más raíces, más hojas, más flores, más frutos. Pero de todas maneras, la tarea es que encuentres tu propio maestro. Todos somos maestros. Todos tenemos algo que enseñar. Todos tenemos algo para dar, que es el ser. Y dar, desde el corazón pulido y desde un pensamiento de luz. Pero sepámoslo también: hay maestros que tienen enseñanzas y maestros que no tienen enseñanzas. Otros tienen enseñanzas y no están iluminados. Y hay otros que están iluminados, y no son ni maestros ni tienen enseñanza. Pero claro, en el mercado todo se confunde a veces. Sólo es un maestro quien tiene algo para enseñar. Y el maestro espiritual es alguien que ha pulido su corazón. Los maestros lo que van dando es la conciencia de seguir nuestro camino. De seguir la vida. Cada vez más vivos, más despiertos, más lúcidos, en este increíble universo. Esos seres son un regalo del universo, para que tengamos más valor de vivir. Para que los problemas que armamos en el trabajo o con las parejas, no nos aplasten tontamente. Y que podamos ir más allá de estas pequeñas cosas que vivimos, y que suelen ser nuestras grandes cosas.

-Hay personas que emprenden un camino espiritual por todas las paranoias que hay ante los falsos maestros, pensando que, si se equivocan y caen en manos impropias, pueden ser destruidas. ¿Existe ese peligro?
-Para entrar en una relación más real con tu maestro, tienes que desarmar mucho de lo irreal que te va llevando hasta la puerta de ese lugar. Y dentro de ese campo puedes sentirte destrozado en un primer momento. Porque lo que se destroza es toda la parafernalia de criterios previos, de familia y de cultura de origen, de condicionamientos que todos arrastramos por pertenecer a un núcleo. Todo eso va desapareciendo en la relación con el maestro. ¿Qué es lo que hace que un maestro sea verdadero? Es lo que te pasa cuando estás ahí. No quién es él, sino lo que te pasa a ti. Y lo que te pasa a ti, no puede estar exento de un momento posible de ser destruido. Por eso acudes a un maestro: sabes que vas a ser destruido. Todo lo que está demás, lo que no es tuyo, despacito se va ir desintegrando...y esto a lo mejor es muy doloroso...pero lo cierto es que te cambia la vida. Si puedes seguir el proceso, primero la destrucción y después la reconstrucción desde una creatividad más propia, es apenas algo que prosigue, es interminable.
- ¿Entonces se puede determinar si hay una espiritualidad tramposa y otra verdadera? ¿Hay pistas para el sendero?
-Si ante un maestro te sientes más colmado, síguelo. Si te sientes más vacío, déjalo. Todo gira en torno del hambre del ser. Acércate a lo que te alimenta. Es un riesgo. También puede venir el maestro genial, y te lo puedes perder.



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